FILOSOFÍA

El estilo educativo marista se fundamenta en una visión verdaderamente integral de la educación, que busca conscientemente formar valores y evangelizar al estilo de María. Utilizamos una metodología pedagógica peculiar que Marcelino Champagnat y los primeros Maristas iniciaron y que era innovadora en muchos aspectos. Todo parte del pensamiento de Champagnat de que «para educar bien a los niños hay que amarlos, y amarlos a todos por igual». Según este principio, las características particulares del estilo educativo marista son: presencia, sencillez, espíritu de familia, amor al trabajo y seguir el modelo de María. La adopción de estas actitudes y valores es la forma propia de vivir el Evangelio. Es la suma de estas cualidades y su interacción lo que da a la metodología marista su originalidad, inspirado por el Espíritu.

La Escuela Marista educa, sobre todo, haciéndose presente entre los niños, niñas y jóvenes, preocupándose y atendiendo la realidad de cada uno. Se compromete con el mundo de los jóvenes saliendo a buscarlos en sus propios ambientes y a través de su propia cultura juvenil. Esta presencia en espacios institucionales no significa una vigilancia obsesiva ni un «dejar hacer» negligente. Por el contrario, es una presencia que ayuda a los jóvenes a través del consejo y la atención prudente. Nuestro compromiso es estar más presentes entre los niños y jóvenes marginados que se encuentran en situación de «frontera» de nuestras sociedades. Respondemos a las llamadas urgentes que nos vienen de los jóvenes en situación de riesgo María es el modelo perfecto para el educador marista, como lo fue para Marcelino. María, mujer laica, primera discípula de Jesús, orienta nuestro camino en la fe. El aspecto mariano de la espiritualidad marista se manifiesta, ante todo, en el deseo de imitar sus actitudes para con los demás y con Dios.  

Valores Maristas

Los rasgos que caracterizan nuestra filosofía y espiritualidad son:

Pedagogía de la presencia 

La educación se debe dar a través de la presencia con el alumno, manifestando la preocupación por él, tratando de tener un mayor acercamiento a su entorno a través de la creación de espacios donde el joven pueda desenvolverse en su tiempo de ocio, deporte y cultura. Dicha presencia facilita la prevención de conductas desordenadas y ayuda a los jóvenes a través del consejo y la atención prudente del profesor a un crecimiento armónico. En esta presencia, el educador se dirige al alumno de manera respetuosa con lo que se logra que el educando se sienta acogido y en confianza con lo que propicia un acercamiento.

Valor de la Sencillez

El trato con el educando deberá de mostrar una relación sencilla, auténtica y directa a través de coherencia y honestidad entre las palabras y los hechos. A esta sencillez se le añade humildad y modestia. Hay una preferencia por la sencillez del método, a través de una educación personalizada, práctica y realista, así mismo, la sencillez se observa en la expresión evitando las vanaglorias por parte del educador como del educando, propiciando la fortaleza de convicciones y la sinceridad con ellos mismos y con los que les rodean.

Espíritu de familia

Parte del método de enseñanza de Marcelino Champagnat era generar un ambiente familiar donde el alumno es acompañado por su maestro ante sus éxitos y fracasos; estableciendo principios de honradez, respeto mutuo y tolerancia; respetando la dignidad del educando y solventando las necesidades de cada uno de los implicados en el proceso de enseñanza.

Amor al trabajo

Fundamentados en la pedagogía del esfuerzo, la Escuela Marista pretende ser un ente educativo en la que todos sus miembros, Hermanos,  maestros, personal administrativo, personal de servicio y alumnos pongan todo lo que está de su parte para que cada uno sea el artífice de su propia educación, que corresponde al legado que nos dejó Marcelino Champagnat

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